agosto 17, 2009

LA HIJA DE MIS PAPÁS

En muchas ocasiones me pregunto cual es mi rol para conmigo y como interviene o comulga ese rol con el de “la hija de mis papás”.

Por supuesto que la pregunta sigue vigente, ya que no he podido hacer que compaginen ambos roles en uno solo.

Hoy soy esta persona sin restricciones para ser ella misma y viviendo al máximo su vida de una forma responsable y digna, llena de retos, éxitos y fracasos, llena de amor y de ilusiones, y llena de planes y una realidad. Y en su mayoría, transmito todo eso a la realidad, o a la versión de mí, que tienen mis papás, pero, ¿hasta dónde se supone que debo de llegar con ellos y decirles una realidad que tal vez a ellos no les gusta o simplemente no les parece? Es decir, pongamos a mi mamá, una persona católica hasta los huesos, quien cree firmemente en las reglas o estatutos que nos da la iglesia como forma de vida (“hasta donde le conviene”, le digo en ocasiones haciéndola enojar jejeje) y los vive día con día. ¿Cómo le digo a ella, que tengo y poseo y practico TODOS los valores que ella inculcó en mí, pero simplemente mis prácticas no son las mismas que ella y mi forma de pensar es muy independiente a la de ella, y por supuesto a la de TODO el mundo, con una interpretación de la religión mía y de mí nada más, que no necesariamente es la misma que la de ella? Porque su interpretación es exactamente eso, SU interpretación. ¿Cómo le explico que por no hacer exactamente lo que me dicen los 10 mandamientos, los cuales cumplo unos al 100% (1, 2, 4, 5, 7) y otros tal vez del 50% al 90% (3, 6, 8, 9, 10), y que por eso no me voy a ir al infierno porque no soy una mala persona?

Bueno eso es un punto, pero otro es… que tan obligada estoy ha decir la verdad y vivir honestamente y extender esta obligación hasta mis papás, cuando sé, de antemano, que lo único que les causaría seria un sufrimiento?

Es decir, ¿quién esta primero? ¿Yo o ellos? ¿Mi felicidad de tener la satisfacción de compartir con ellos todo lo que vivo y lo que soy? ¿O la de ellos, de sólo compartir con ellos lo que no los hará sufrir, creando tal vez una imagen que no es la real?

En concreto, yo creo que mi pregunta es, ¿hasta dónde puede llegar uno en cuanto a la realidad que vive vs. la realidad, de mí, que tienen mis papás?
¿Se debe cruzar esa, tan delgada, línea? Y si sí, ¿cuándo?

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