junio 26, 2006

BAJO UN SAUCE

Sentado estoy a la sombra de un sauce viejo, como yo… La gente caminando sobre la acera frente a mí, sin importar si estoy a medio dormir o si me encuentro a punto de exhalar un último respiro bajo este clima infernal que me consume.

Sin fuerza ya de levantarme, cierro los ojos y en mi soñar despierto me transporto hacia el pasado. El mismo número de años como las arrugas que enmarcan ya mi rostro que cansado ya se rinde ante el olvido.

Recuerdo estar sentado bajo este mismo sauce viejo, con una pajilla en mi boca a manera de cigarro, un sobrero de ranchero y un par de pantalones remangados hasta mis rodillas. Me gustaba venir a descansar después de una buena refrescada en el arroyo cuando terminaba de trabajar la siembra.

Cerrando mis ojos me dedicaba a disfrutar del canto de los ruiseñores, el correr del agua y el volar del viento que apenas lograba acariciar mi cara para después caer rendido por unas cuantas horas hasta caer el alba.

Abro mis ojos, la gente sigue pasando… niños llorando de la mano de sus madres, jóvenes vestidos en ropa muy formal apresurados por llegar a su trabajo. “Marías” con niños deshidratados más que yo y los carros zumbando de un lado a otro.

Ya no disfruto el cantar del ruiseñor por el sonido de los radios, ni el agua correr porque mi pequeño arroyo está enterrado bajo unas oficinas ¡ni el viento acaricia más mi cara!

Cierro los ojos y en mi soñar despierto me transporto… ya no siento calor, ni frío, ya no escucho el sonido de los carros, ni a los niños llorando… ya no huelo el smog, ni los tacos de carne asada al cruzar la calle… ya no…

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