octubre 02, 2005

NO SE OLVIDA...


¿Mi nombre? No lo puedo dar… preferiría mantenerme en el anonimato si es posible. No es que yo haya sido una pieza clave para el movimiento, sin embargo las declaraciones que estoy a punto de revelar pueden poner en peligro a mi familia y a estas alturas no estoy dispuesto a ver sufrir nuevamente a alguien a quien quiero.

Lo sé, ya han pasado más de 30 años desde que pasó, sin embargo, no lo he podido superar. He aprendido a vivir con ello, es verdad, pero eso no quiere decir que el sufrimiento que presencié en esos momentos haya abandonado mi corazón y mi alma después de todo este tiempo.

Comenzó como un conflicto estudiantil que duró durante varios meses y acabó como una masacre nacional en la cual, según la versión oficial, los principales culpables fueron sus propias víctimas. ¡Mentira! Creo que estoy mintiendo… más bien siento que jamás acabó. Terminó con las vidas de muchos, es cierto, pero las ideas que se expresaban en esa manifestación nunca lo hicieron.

Recuerdo que era una tarde de otoño frente a la plaza, más de 180,000 personas se encontraban escuchando lo que los líderes tenían que expresar. Gente de todas las edades ahí reunidas sin esperar lo que estaba por suceder.

Detalles de lo que pasó, no recuerdo o más bien no lo quiero recordar. Por más que intento aclarar mis pensamientos de ese día no lo he podido lograr. No sé si estuve inconsciente por unos minutos, por unas horas o simplemente he decidido tener una laguna mental psicológica.

Escuché estallidos, impactos de bala, gritos… Gritos en los cuales se escapaban las almas de los que ahí murieron. Veía gente uniformada, civiles con armas, personas tiradas en el piso o lo que yo en aquel momento pensé que eran personas. Olor a pólvora y decepción me intoxicó, no se si salí corriendo o si ayudé a levantarse a alguien o si tal vez hice las dos cosas al mismo tiempo.

¿Mis amigos? Jamás supe de ellos, creo que los vi tendidos sobre el pavimento pero alguien me forzó a abandonar la plaza y me dijo que si declaraba lo que había visto ahí me arrepentiría. Salí corriendo, de eso si estoy seguro. Como si corriendo rápidamente podría escapar de lo que cada instante de tiempo se convertía en pasado. Pero no lo logré, cada vez que miro hacia atrás, el recuerdo me sigue persiguiendo.

Intenté ir a ver a los cuerpos, para ver si encontraba a alguien de los que estaban conmigo unas horas antes. No vi nada y a su vez vi de todo. Hombres, mujeres… ¡Mujeres embarazadas y niños! Tendidos sobre las planchas. Familias enteras llorando a sus seres queridos.

Alcancé a escuchar que el médico forense le dijo a una mujer que a cambio del cuerpo de su hermano, debería afirmar que las causas de muerte habían sido distintas a la verdad. ¿Cómo es posible que ante el dolor de una persona, alguien se atreva a decir tal cosa con tal de encubrir a los responsables de semejante atrocidad?

Quise protestar pero… la última vez que vi protestar a alguien terminó en lo que en ese momento estaba viviendo. No estoy dispuesto a pasar por ello nuevamente. Yo se que sueno cobarde, pero si hubieran visto lo que yo viví ese día tal vez hubieran hecho lo mismo.

Me hubiera gustado decirles que ayude a mucha gente, que me enfrenté a los que hicieron eso, que continué con la lucha para mantener los ideales vivos. Pero esa noche en la plaza… esa noche en la plaza acabó conmigo… para siempre.

1 Comentarios:

A la/s 10:35 p.m., Blogger Tulio dijo...

Chingado Martha, nunca posteaste.

Buuuu para ti.

Saludos

 

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